Desde muy pequeña a Verónica le interesó aprender “cosas difíciles”. Fue así que, pese a los desafíos que esto implicaba, decidió estudiar Ingeniería Nuclear. Luego de transitar sus estudios en el Lenguas Vivas comenzó su carrera en la Universidad de Buenos Aires, pero encontró su lugar en el mundo en el Instituto Balseiro, en la Ciudad de Bariloche, donde reside.
Actualmente se desempeña como flamante Presidenta de la Fundación INVAP, una organización sin fines de lucro de proyectos de base científica con impacto social que se fundó en el año 2014 y dónde trabajó desde su inicio junto a un equipo de profesionales de distintas especialidades. INVAP es una empresa argentina con prestigio internacional, que se dedica al diseño y construcción de satélites, reactores nucleares, plantas de radioisótopo y radares para control aéreo y defensa.
En los últimos años comenzó el desarrollo de proyectos con impacto social. Según Verónica este proceso les impone cambios constantes y un aprendizaje permanente: “fue todo un desafío porque la dinámica de los proyectos con impacto social en territorio es completamente distinta a la dinámica de un proyecto de tecnología”. Dentro de los proyectos desarrollados por la empresa INVAP, Verónica destaca los satélites de comunicaciones, y su impacto social e inclusivo, que permitirá el acceso a Internet en muchas zonas del país que se encontraban fuera de las redes tradicionales.
La energía nuclear es una manera de obtener energía de la naturaleza para transformarla en electricidad. Al liberarse emite radiación que se puede utilizar en medicina, para investigación, en ciencia de materiales, entre otras soluciones. En palabras de Verónica: “nuestra formación académica consiste en entender todas las cosas que son necesarias para poder implementar esos procesos tecnológicos que aprovechan lo que se libera en el proceso de fisión, de ruptura del átomo de Uranio 235”.
También nos explica que en el contexto de crisis climática actual, la energía nuclear disponible permite responder a las necesidades energéticas sin emisión de gases de efecto invernadero. Además, se explaya contando que lo nuclear no se caracteriza por ser una actividad disruptiva en cuanto a sus sistemas de innovación, sino que es más bien evolutiva: “si es difícil aceptar tecnología nuclear en la opinión pública que tiene 40, 50 o 60 años de experiencia, cuanto más difícil sería aceptar disrupciones permanentes en el desarrollo de tecnología nuclear”.
La energía nuclear y el impacto en la comunidad.
¿Cuál es tu opinión sobre la percepción de la comunidad con respecto a los usos de la energía nuclear?
Hay muchas teorías que hablan de que lo nuclear tiene todos los ingredientes para que la percepción de riesgo sea lo más compleja y difícil posible. ¿Qué es la percepción de riesgo? Es lo que hace tengas más miedo de viajar en avión que de subirte a tu auto, cuando viajar en el avión es mucho más seguro que viajar en auto.
Si vos comparás las emisiones de la energía nuclear a lo largo del ciclo de vida, con todas las tecnologías limpias de producción de electricidad, la construcción o fabricación, siempre es la que emite menos dióxido de carbono o gases de efecto invernadero. El hormigón que se usa para construir una central nuclear tiene una huella de carbono enorme, entonces uno pensaría que tiene más aún que la energía eólica o la solar, y sin embargo no. En todo su ciclo de vida útil tiene muy poca huella de carbono. Una de las ventajas de la energía nuclear es que una central funciona por muchísimo tiempo.
Entonces, es muy limpia desde el punto de vista de gases del efecto invernadero y la realidad es que, lo que se suele plantear cómo un problema -los accidentes y los residuos- al mirarlo desde un punto de vista técnico, sacándole el debate emocional, se ve que ninguno de los aspectos es un problema realmente grave. Lo que pasa es que va a contramano de lo que se instaló como sentido común.
Los desafíos de desarrollarse en esta actividad siendo mujer.
Verónica tiene un hermano y tres hermanas, y junto con la menor son las primeras universitarias de la familia: “para mi la UBA fue muy difícil, y yo en ese momento no me di cuenta del motivo. La verdad no tenía una mirada de género, no me consideraba feminista ni nada por el estilo”.
También cuenta que, si bien el mandato de estudiar era muy fuerte, elegir la carrera de Ingeniería no causó una buena impresión en un primer momento en su entorno familiar: “mis abuelos estaban horrorizados, el único consuelo era que en Ingeniería había muchos chicos y que iba a conseguir novio, según decía mi abuela. Para que se den una idea, mi abuela le fue a rezar a la Virgen del Carmelo para que no aprobara el examen de ingreso al Balseiro, muy gracioso. Pensaba que me estaba haciendo un bien, después estaba chocha de verme recibida”.
"Somos imprescindibles como personas cuando asumimos la responsabilidad de crianza, en el resto de los roles somos absolutamente reemplazables"
Parir el feminismo
Su desarrollo profesional había transcurrido sin mayores inconvenientes, pero luego de ser madre por primera vez comprendió que había naturalizado muchas injusticias: “mirando para atrás, yo nací al feminismo, parí la feminista que soy junto con mi primera hija, hasta ese momento creía que venía bárbaro. Cuando entró el cuidado a mi vida me di cuenta de que se me agregaba una capa de complejidad y que en realidad venía sorteando ya dificultades desde que entré a la Universidad”.
Ya en sus primeros años de universidad afrontó situaciones incómodas por ser una mujer entrando a un mundo de varones: “me decían que ocupaba el lugar de un hombre inteligente. Cuando me corté el pelo un profesor insistía en llamarme "flaco", otro me decía "la señorita Snoopy" porque tenía una carpeta con stickers del personaje. Un profesor me preguntó si la materia de él era demasiado para mi, porque hacía muchas preguntas”.
Al tomar la decisión de ser madre aparecieron también planteos y barreras en su entorno: “fue un sopapeo constante porque mi vida se había dado vuelta, a mi pareja lo felicitaban y a mi me preguntaban "¿y ahora qué vas a hacer?”. Ese fue el inicio de un tránsito de muchos años”. Así, en el ámbito laboral también atravesó situaciones en las que se sintió extranjera en reuniones por no compartir el código de los varones, que eran mayoría, junto con actitudes hostiles, como que se organicen reuniones en el horario en el que ella tenía que buscar a sus hijos al colegio.
“Tuve la enorme suerte de tener dos mentores fabulosos que me apoyaron y me acompañaron durante toda la carrera que fueron Juan José Gil Gerbino y Cacho Otheguy. Ellos me permitieron hacer una carrera al mismo tiempo que podía ser la madre que yo quería ser, pero no fue nada fácil”.
Verónica cuenta que su aprendizaje la llevó a entender que “no te podés quedar callada pero que al mismo tiempo tenés que tener el capital político dentro de la estructura en la que te movés para poder no quedarte callada”. Nos explica que, como una persona que tiene gente a cargo, no quiere que se ponga como prioridad el trabajo por encima de la familia, ya que para ella esto se trata de un valor fundamental: “considero que el único rol en el que somos imprescindibles como personas es cuando asumimos la responsabilidad de criar a otra persona, en el resto de los roles, en todos somos absolutamente reemplazables”.
Acción y reacción: achicar la brecha de género en Ingeniería.
Para Verónica el ambiente de la ingeniería sigue siendo un ambiente muy masculinizado donde los modelos de liderazgo no tienen en cuenta los esquemas de cuidado familiar: “yo lo resumo siempre como que cualquier cosa que tenga olor a cuidado se percibe como poca ética profesional o poca ética de trabajo y eso sigue existiendo”.
¿Cómo ves el rol de las mujeres en el ambiente de la Ingeniería?
Creo que es fundamental el rol que están teniendo las mujeres, todas las mujeres que conozco que trabajan en empresas de ingeniería se han organizado y tienen espacios donde hablar de estos temas y donde plantear soluciones o hacer propuestas para cambiar las situaciones que se viven. Creo que una de las cosas que tienen que suceder es que más mujeres feministas tienen que llegar a posiciones de liderazgo.
Desde el sector de la Ingeniería, siento que hay menos permeabilidad a los cambios pero sostengo que las cosas pasan porque hay personas que toman decisiones, entonces si las personas toman otras decisiones, pasan otras cosas. Creo que es necesaria una actitud de militancia dentro de las organizaciones y que eso va a traer los mayores cambios. Espero que de acá a 5 años haya más mujeres, en 10 definitivamente, por favor que haya más mujeres en posiciones de liderazgo.
"Es necesaria una actitud de militancia de género en las organizaciones, eso va a traer los mayores cambios"
#MujeresEnIngenieríaNuclear
Women in Nuclear - Mujeres Nucleares de Argentina- es una organización con réplicas en muchos países de Latinoamérica, en la que Verónica participa activamente. Esta iniciativa logró conectar y unir a distintas mujeres nucleares de América Latina.
En línea con las propuestas de WiN, Verónica sostiene que es necesario tomar una actitud más proactiva para tener una mirada más regional del desarrollo tecnológico: “poder regionalizar el desarrollo tecnológico es una posibilidad muy interesante, pensar que un país de América Latina puede competir con un gigante como China es impensable, pero pensar que toda América Latina puede competir con China, es otra historia”.
¿Qué le dirías a las personas que podrían sentirse excluidas para que se animen a desarrollarse en este tipo de carreras?
Les recomendaría que se permitan la curiosidad de averiguar qué se hace en Ingeniería y que tengan en cuenta que se requiere de habilidades que van mucho más allá de que te guste la matemática y la física. Es un camino que te permite aprender un montón, porque la tecnología va cambiando y no podés quedarte con lo que ya sabés, sino que constantemente tenés que ir aprendiendo. Si te gustan los desafíos y sos una persona curiosa, si te gusta una vida de aprendizaje permanente, no lo dudes porque la Ingeniería tiene para darte muchísimo de eso.