Al estar tan acostumbrados a navegar en Internet mediante WiFi o 4G, a veces olvidamos que hay toda una infraestructura tangible que habilita la posibilidad de obtener conectividad mediante estas tecnologías inalámbricas.
Internet es una red de redes con alcance mundial, esto quiere decir que todos los equipos conectados a ella no lo están directamente entre sí, sino que conforman pequeñas redes que a su vez se van vinculando con otras de forma descentralizada. Por ejemplo, la mayoría de nosotros contratamos el servicio de un proveedor para poder acceder a la misma: de telefonía móvil, banda ancha hogareña o empresarial. Ese proveedor (o ISP, por su sigla en inglés: Internet Service Provider) conforma una red con todos sus clientes pero, a su vez, también necesita conectarse a Internet a través de un “proveedor de proveedores”.
La red de fibra óptica terrestre
Siguiendo esta lógica, si bien estos ISPs realizan el tendido de cables en vía pública y hacia los hogares (generalmente vía cable Coaxial o ADSL) o instalan las antenas de 3G y 4G, también deben conectarse a redes más grandes para garantizar conectividad a sus usuarios. Para ello, existe un enorme tendido de fibra óptica, público y privado, que recorre todo el país y que brinda servicio a los proveedores de cada localidad. Por ejemplo, la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO), operada por ARSAT, cuenta hoy en día con más de 20 mil kilómetros iluminados de fibra a lo largo del país, con una proyección de 33 mil hacia fines de 2018. Telecom, Telefónica, Silica Networks (del Grupo Datco), o Level3 (recientemente adquirida por CenturyLink) también son ejemplos de empresas que brindan servicio a aquellas que llevan conectividad al público general.
Pero hay que considerar, además, que Internet no es una red cerrada que funciona solamente en Argentina. Desde nuestros dispositivos podemos recibir y enviar correos electrónicos hacia otros países, nos podemos conectar a sitios alojados en el exterior e incluso puede que gran parte (o la totalidad) de nuestro contenido alojado en la nube se encuentre repartido en datacenters a lo largo del planeta. A través de diferentes puntos de las redes terrestres de fibra óptica también nos conectamos con países limítrofes: desde Clorinda, Formosa, hacia Paraguay; desde Paso de los Libres, Corrientes, hacia Brasil; o desde San Rafael, Mendoza y Bariloche, Río Negro, hacia Chile, por ejemplo.
Los cables submarinos
La vía terrestre no es la única. También existe un enorme tendido de cables que conectan a todos los continentes entre sí. Esta red de cables de fibra óptica recorre el planeta por vía submarina permitiendo que el tráfico de Internet pueda circular libremente y a gran velocidad. Diferentes empresas privadas están a cargo de su tendido y mantenimiento, y son las que ofrecen ese ancho de banda a los carriers locales.
Los cables submarinos no son una iniciativa necesariamente nueva: el primero de todos, el Cable Transatlántico Telegráfico, se inauguró en 1866 y, como su nombre lo indica, permitió establecer un servicio de telégrafo entre Estados Unidos y Europa. Por su interior viajaban 7 cables de cobre y su instalación tardó más de 12 años. El primer telegrama enviado por este medio, una carta de la Reina Victoria para el presidente de Estados Unidos, demoró 16 horas en completar el recorrido.
Hoy en día, existen más de 300 cables que atraviesan mares y océanos. Argentina se conecta a toda esta red a partir de cinco de ellos. Hay dos que recorren toda la costa de América del Sur y el Caribe: el South American-1 (SAM-1) de la empresa Telxius (del Grupo Telefónica) y el South American Crossing (SAC) / Latin American Nautilus (LAN) compartido por CenturyLink y Telecom Italia. El Atlantis II, manejado por un conglomerado de más de 15 empresas, atraviesa el Atlántico hacia África y Europa. Por último, el Unisur (también de Telxius) nos conecta con Brasil y Uruguay, y el Bicentenario (de Antel Uruguay y Telecom Argentina) solamente se dirige hacia este último. Asimismo ARSAT tendió una fibra óptica submarina para atravesar el Estrecho de Magallanes y conectar Tierra del Fuego.
Fuente: https://www.submarinecablemap.com/
Con excepción de éste último, dichos cables llegan a la ciudad de Las Toninas situada en el Partido de la Costa, Provincia de Buenos Aires. Se eligió este balneario porque es el lugar más cercano a la Ciudad de Buenos Aires que posee las características ideales: salida al mar con lecho marino arenoso que facilita la instalación y dificulta que los cables se hundan, y poco tránsito de barcos, que presentan el principal riesgo para que un cable se corte. El tamaño de los cables puede variar, pero ninguno supera el diámetro de un brazo humano. Y prácticamente todo ese espacio está dedicado a diferentes capas para aislar y proteger al verdadero conductor de datos: las fibras ópticas. Un cable promedio tiene 8 pares de fibras, pudiendo llegar a transmitir en promedio hasta 60 Terabits por segundo, equivalentes a, aproximadamente, 7500 películas en alta definición por segundo. ¿Qué ocurre si uno de los cables sufre un accidente? Al estar organizados en forma de red, si uno de los cables en el Atlántico se cortara, el tráfico puede ser redirigido hacia el Océano Pacífico por medio de la red de fibra que atraviesa el país, o hacia cualquiera de los países limítrofes por esa misma vía.
Internet satelital
A nivel internacional, el 99% del tráfico de la Red pasa por estos cables submarinos, pero no son la única forma: una de las alternativas más concretas es la vía satelital. Aunque no sea una opción masiva, conectarse a Internet por satélite es posible y representa la única posibilidad para muchos lugares donde no hay tendido terrestre. Una de las grandes ventajas de la conectividad satelital es que, a diferencia del tendido terrestre, sus costos no se ven afectados a medida que uno se aleja de los centros urbanos. Por otro lado, los equipos receptores son más costosos y, por más que hoy en día el ancho de banda pueda competir con la fibra óptica, la latencia en la subida y la bajada afectan considerablemente servicios como las videoconferencias o los videojuegos en línea.
Mirando hacia el futuro
A través de iniciativas internacionales como Starlink, una red de más de 4.000 satélites con puesta en marcha anunciada para 2024, la conectividad satelital promete crecer en los próximos años. Aun así, el tendido terrestre y submarino continuará su predominancia. Si originalmente se podía transmitir solo un haz de luz por fibra óptica, hoy ya es posible transmitir múltiples, permitiendo potenciar cada vez más el ancho de banda posible en cada cable. También ya se empieza a consolidar la opción de conexión directa por fibra óptica para hogares (Fiber To The Home, o FTTH).
Por otro lado, se estima que antes de 2020 Argentina tendrá dos nuevos cables directos hacia Brasil: el ARBR del Grupo Werthein y el Grupo Seaborn que, a su vez, representará una conexión directa hacia Nueva York por medio del cable Seabras-1; y el GlobeNet, de BTG Pactual, que sumará a nuestro país a una red que ya conecta Brasil, Venezuela, Colombia y Estados Unidos. De esta forma, se espera que se consolide la infraestructura que habilita ancho de banda a nivel nacional, asegurando mejor capacidad y velocidad para usuarios y empresas cada vez más demandantes.